Me cuesta pensar en mí como un tipo romántico. A pesar de mi gusto por las películas melosas, por lo poemas y por estar enamorado, siempre he luchado por no asumir esa condición de tipo románticon.
Como decía, me gusta esto de estar enamorado, creo que no hay nada en el mundo comparado a la emoción que provoca la cercanía de aquel que nos hace palpitar nuestro corazoncito. A pesar de mi carácter, de lo racional que puedo ser, de lo bueno para criticar, soy un pan de dios con quien me mueve el piso. Por más que trate de fijar límites, de analizar al prospecto en cuestión, de buscarle la quinta pata al gato, no puedo sino entregarme en alma y cuerpo a mi objeto de deseo.
Es extraña esa sensación, inmanejable. Sentirse más liviano, más lejano al suelo que de costumbre, que la pesadez del día a día desaparece, que de cada tres pensamientos dos tengan que ver con él. Dejar de ser el centro de muestras preocupaciones y poner en ese sitio a otra persona, estar pendiente de nuestras palabras, gestos y acciones, no solo para dar cuenta ( y que se de cuenta) de nuestro interés, también de no lastimar. Pensar en mas de uno a la hora de hacer planes, dejar de pensar en otros, ser fiel (por favor no se rían), en fin, tantos cambios. Una de las cosas mas difíciles es romper con nuestra rutina individual, nuestros ritos (autoindulgencias mayoritariamente), para pasar a este estado siamés.
Paradójicamente nunca he notado que para el otro esto sea de gran complicación, como que nacieron con nosotros pegados a alguna parte del cuerpo (aquí cada uno elije), de la nada, ya están planeando el fin de semana, la comida, esta salida y esta otra ida al cine y así, como una catarata de planes, dejas de hacer lo que mas te gusta, por hacer lo que nos gusta. Digo esto porque si aludido supera esta etapa, lo que viene por delante seguro será más fácil. Si sucumbe a la guerra de las agendas, es mejor que emprenda otros rumbos, particularmente lejos.
En fin, este estado bendito (las referencias religiosas son por defecto), es lo mas parecido para mi a la plenitud, y no tiene que ver con el otro, es mas bien una forma de disfrutar de lo bueno que tenemos, ya que por mas que existan personas maravillosas a las cuales amar, solo es posible si se tiene esa capacidad y esto, esto es por cuenta de la casa.
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