Tengo muchos amigos heterosexuales, bastante alejados del mundo gay y siempre me preguntan como es esto de enamorarse de otro hombre. La respuesta no es sencilla, más bien es difícil decir que me llama la atención de una u otra persona. Mis novios, o mas bien mis parejas han sido ( los tres ) tipos muy diferentes entre si, ya sea en edad, características físicas, forma de ver el mundo, etc.. Lo único en común es que una vez que los vi, supe que eran distintos a los otros. Otro dato, pero esta vez casi anecdótico, es que cada vez que inicie una relación, estaba saliendo con alguien, lo que me obligaba a desplegar mas de una estrategia para hacer la debida transición, las que en todo caso que se fueron haciendo más cortas con el paso de los años.
En general, lo que me llama la atención de alguien es mas bien químico, no tiene que ver ni con lo que hace, ni con lo que piensa, ni como se ve, solo pasa, solo se siente, en todo el cuerpo y para quienes piensan que todo en nosotros se relaciona con el sexo, esas sensaciones son mas que eso. Y así como jugando, no es que ande buscando, o la luna, o la conjunción de los planetas, solo pasa y ya. Es raro para lo importante que puede llegar a ser eso, estar con alguien, ser pareja de alguien, amar a una persona, que todo parta de eso, un momento, fácilmente identificable.
Mi primera pareja era un chico bastante joven, menor que yo (que también era muy joven en ese entonces), a pesar de eso, tenia muy claro lo que quería y dio pasos en esa dirección que mas de una vez me dejaron marcando ocupado. Me acuerdo cuando un su casa a la hora del te (me carga eso de la hora de onces), le contó a su mama que era gay, que yo era su pareja y que no podía entender como no se daban cuanta de eso. La pobre señora, que era un ángel, no entendía nada, no creo que fuese por que su hijo la notificaba que no le daría sus tan ansiados nietos, sino por la sorpresa que la noticia le causaba. Su único hijo hombre, el orgullo de la casa, el mejor para la pelota del barrio, de golpe y porrazo, le contaba que no sería el continuador del apellido familiar. Para mas remate la hermana menor, que me había echado el ojo apenas pise esa casa, estaba con nosotros y solo miraba como una vez mas metió las patas fijándose en alguien que poca bola le iba a dar. A su papa no encontró nada mejor que contarle, días después, en su cumpleaños, rodeado de toda la parentela la misma historia. Media hora encerrados en el dormitorio, con la torta esperando, hasta que aparecen campantes delante del familión. Después me contó que la única petición de su progenitor fue no aparecer, nunca, pero nunca, vestido de mujer o cambiarse del rubro de los “frutos del país” a peluquería o diseño de vestuario. Visionario mi suegro, no quería ver que su emporio, viera reemplazados los estantes de fruta seca por tapices o secadores de pelo. Obviamente no conocía bien a su hijo, quien ahora es un hábil dealer de maníes y nueces. Esta relación marco lo que seria una pauta para el futuro, no mezclar mis noviazgos con la familia. Si bien mis suegros resultaron ser encantadores, tolerantes y hasta casamenteros, nunca dejo de incomodarme ver a mi suegro por las mañanas en la puerta del dormitorio preguntando si alguno de los dos necesitaba un aventón al centro. Incomodo, del verbo trágame tierra.
Si bien no vivíamos juntos, gran parte de nuestro tiempo libre nos quedábamos en su casa, su madre, que ya dije que era un ángel creía que era la mejor forma de alejarnos del carrete, que tal vez (y esto es solo una especulación, ya nunca dio muestras de eso) condujo a su hijito a tan dramático cambio de rumbo. Así que se esmeraba en que nada nos faltara y que solo descansáramos de tanto trabajo en la semana. Su hermana entretanto no perdía oportunidad de preguntar cosas cuyo único objetivo era reconstituir su herido ego. Nunca he entendido a la gente que cree que esto de ser gay tiene que ver con cambiar de champú o ponerse un pantalón, como si por la mañana te lavaras el pelo con gayshoulders y listo, soy gay. En fin, vivir con tu novio en medio de una familia achoclonada como esa era difícil, aun cuando fuera solo los fines de semana. Otro tema fueron sus amigos del barrio. Eso fue diferente. Como que no sabían que hacer o decir, solo nos miraban, como buscando un ademán amanerado, una muestra de loquerio que no llegaba y eso debió angustiarlos, pues, ante dos tipos jóvenes no amanerados solo podía pensarse que cualquiera podría ser gay y eso, para un heterosexual joven y clase media-trabajadora es demasiado amenazante. Además mi noviecito nada hacia por ayudar a descomprimir la situación, solo los notifico de los cambios ocurridos en su vida y chao. Así era para esas cosas, y para otras también. No dudaba mucho de lo que hacia, era demasiado seguro a la hora de tomar dediciones y solo se mostraba vulnerable frente a mis silencios, lo que generalmente obedecían a alguna de sus acciones.
Para mi la situación era distinta, llena de dudas, de incertidumbres, de inseguridades, todo era tan rápido, tan diferente, él, su familia, su barrio. Solo sabia que lo quería y mucho, que estar con el era tan diferente a todo lo vivido anteriormente que no pretendía por nada del mundo perder eso. Todo lo demás me daba un susto enorme. Ese también seria el derrotero que me acompañaría hasta ahora cada vez que me emparejé.
Elias, así se llamaba mi decidido primer novio, fue en si mismo un aprendizaje, mas bien fue un aprendizaje para ambos, ya que ninguno había tenido una relación de pareja antes , tampoco teníamos algún ejemplo a seguir (onda un “Pasiones” gay sin la Bárbara Rebolledo eso si). Así que lo fuimos haciendo a nuestra manera, mas a la mía que a la de él obviamente; que estaba permitido, que no, en fin, muchas tonteras, que ahora me da un poco de vergüenza ajena, pero que en ese momento eran tan importantes como para otras parejas lo seria el comprarse una casa. A veces pienso lo necesario que es que los gays seamos socializados desde jóvenes como tales, eso ayudaría mucho, es necesario tener algún modelo, aunque sea de referencia. Imagínense dos cabros chicos pensando como deber ser esto ser novios, inventado de nada un modo de vivir. Pareciera que la gente piensa que nos enamoramos y ya tenemos listo el departamento lleno de colores y el gato. No es así, es más, elegir colores es todo un desafió, pero no estamos hablando de eso.
Solo que seria bueno que te advirtieran que no puedes hacer tu voluntad, que lo que el otro piensa es importante y que como no depende de ti, no esta para esos aguantes. Se les olvida, al parecer, que dos hombre, no tienen porque comportase bajo los códigos heterosexuales, por mas enamorados que estén, el orgullo y el poder son elementos no despreciables a y debieran ser considerados y su ejercicio no esta regulado, ni siquiera con una llave de paso.
Así como ven esto de enamorarse de otro hombre es complicadísimo, pero lejos lo mejor que le puede pasar a quien así lo desea.
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